martes, 19 de febrero de 2013

...Mejores Amigas]]

Vosotras, las únicas personas que me habéis echo creer en la amistad, que me conocéis, que me queréis por cómo soy, y que siempre estáis ahí: en los momentos buenos e inolvidables, pero sobre todo, en los malos.
Si no os hubiera conocido, estoy segura de que os hubiera inventado. Y si un día os fuerais de mi lado, no sé que haría, porque a vuestro lado las lágrimas se convierten de repente en sonrisas y carcajadas.
Porque quiero que sepáis que fuisteis, seréis y sois mis mejores amigas. Y que no os cambiaría ni a vosotras ni a ninguno de nuestros momentos por nada del mundo, porque sois vosotras las que me alegráis cada día, porque habéis estado ahí cuando simplemente estaba sola, cuando no tenía con quién desahogarme, y que me habéis dado todo lo que habéis podido.
Ya sé que hemos llorado y reído juntas, a veces de emoción y a veces de tristeza, que hemos soñado con un futuro cercano, con esas personas a las que queremos, pero que a veces nos han defraudado.
Solamente os puedo decir que siempre estaré ahí, que podéis contar conmigo, y que nunca os voy a dejar solas. Que nadie va a borrar todo estos momentos, y que espero que hayan muchos más, iguales o diferentes, pero que los haya.













Porque simplemente, gracias por estad ahí y ser vosotras. Porque sé que no me equivocaré en llamaros MEJORES AMIGAS.


...Duerme]]

Hay una sombra tumbada en mi cama. Escucho su respiración profunda mientras duerme, noto su aliento lento y caliente sobre mi nuca. No sé cuándo ha aparecido, no la he visto apartar las sábanas antes de tumbarse, ni taparse con ellas. No he oído sus pasos cuando ha entrado en la habitación, debe de haber sido después de que me quedase dormida... cuando he apagado la luz estaba sola. Me ha despertado un sueño extraño. Estaba asomada a un abismo y oía las olas romper en la base del acantilado, pero no estaba asustada. Tenía el deseo, la necesidad urgente de volar. Sonreía. No había nadie conmigo, una niebla blanca y espesa me rodeaba, no era capaz de ver el final de la caída, pero ya había estado allí antes. Así que separaba los brazos, los abría como un crucificado y saltaba aún sonriendo. Mientras caía escuchaba el mar cada vez más cerca, notaba el frío y la humedad de la niebla rozándome la cara.Luego me he despertado. He mirado el reloj y eran más de las dos. Entonces ha sido cuando lo he sentido, la respiración, su aliento erizándome el pelo de la nuca. Debe de haberse acostado mientras soñaba. Se lo preguntaré cuando despierte, pero ahora duerme. Hay una sombra dormida en mi cama, creo que es la tuya...